Diálogos de amor unidireccionales (II)

Entonces

10/3/2021

Túnel del amor

Siempre ha sido el amor el túnel que he excavado en mi intento por huir del vacío. Incluso cuando ese amor no me daba nada a cambio. Ahora soy más fuerte, algo mayor, algo más sabia. He sentido el amor creciendo en mi interior, siendo alimentado por un corazón ajeno al mío. He amado y me han amado de vuelta y me han arrancado ese amor de las manos como si nunca hubiese sido mío.

Ahora miro a unos ojos que me miran de vuelta y me dicen que no importa el camino que tomemos, su corazón siempre estará conmigo y el mío con él en alguna parte. Aún así trato de reeducarme y hacerme entender que no es el amor el túnel que ha de ser mi vía de escape del dolor y el miedo. ¿Pero cómo conseguiría tal cosa si es nada más y nada menos que lo que siempre he hecho?

La vida sigue avanzando, y aun sin creer en nada y en nadie, rezo por que avance mucho más y yo siga entendiéndome, odiándome, queriéndome y a todos los demás. Sois mi vida porque os quiero y a veces algunos me queréis. Así es como me salvo del dolor más absoluto. Todo cuanto hago es un intento de manteneros vivos y felices.

Gracias por la salvación.

Ahora

10/03/2022

Hoy he visto una moto como la tuya.

Recuerdo el miedo que pasaba las últimas veces que fui contigo en esa máquina del demonio, especialmente al poco tiempo del accidente. Mentiría si no dijese que estaba volviendo a acostumbrarme a esa magnifica sensación de libertad, pero aun así se me hacía difícil a ciertas velocidades y en ciertos lugares.

Pese a todo ¿Qué no daría yo hoy por ir contigo en esa moto, o en cualquier otra, solo una vez más?

Hoy he pasado por esa pista de patinaje a la que fuimos la pasada Navidad, y he pensado que en cierto modo aquella fue una de las últimas cosas divertidas que tú y yo hicimos juntos. He empezado a recordar y me he dado cuenta de que ya en esos recuerdos parecías tener cierta tristeza detrás de los ojos. La misma que dejaste caer sobre mí el último día que nos vimos, hace ya más de un mes.

¿Cuánto tiempo llevabas luchando con tu propio corazón? ¿Cuánto tiempo llevabas despidiéndote de mí sin decírmelo? Habrá sido muy duro aceptar que habías dejado de quererme de la misma forma. Si me esfuerzo, aún puedo ir más y más atrás y empezar a reconocer ese velo en tu mirada mucho antes, incluso, de lo que me gustaría admitir.

Las cosas llevaban mucho tiempo cambiando, aunque yo quisiese negarlo. Lo increíble es que pienso que a pesar del dolor y las dudas yo te he querido aún más en lugar de menos. Todo el amor que tu ibas perdiendo lo iba recogiendo yo. Me pasaba horas y horas reparándolo, cuidándolo, haciéndolo mío. Supongo que ahora son horas que he reconquistado y le he ganado a mis días.

Voy mejorando día a día, incluso cuando se me cae el alma a los pies al ver que tú das pasos que yo no puedo dar todavía. Hablo contigo en mi cabeza constantemente, tu ausencia todavía me sorprende de vez en cuando -cada vez menos- y a la vez, tu fantasma me persigue. Sin embargo, empiezo a entender muchas cosas, a desear cosas distintas y sobre todo siento que me reencuentro con una fuerza que creía perdida. Siempre le doy tanto poder al amor sobre mí, que olvido que soy yo misma la que habita este cuerpo ¿Quién podría haber mejor para cuidarlo?

En fin, todavía te quiero – menuda sorpresa ¿no? – y no solo echo de menos a mí queridísimo novio que venía a verme, me daba afecto, me deseaba buenas noches cada día… sobre todo, te echo de menos a ti. Mi amigo, mi confidente, la persona que se reía conmigo cuando nadie más entendía que me hacía tanta gracia. Ocurre cualquier cosa mundana y yo, como un acto reflejo, imagino que dirías, que harías y te miro, aunque ya no estés ahí. La nada me devuelve la mirada y es entonces, más que en ningún otro momento, cuando siento que una parte de mí se ha ido contigo. ¿Con quién voy a compartir las coca-colas? Con mi madre, supongo. También puedo aprovecharme de ese nuevo formato pequeño que han sacado, media coca-cola para la media persona que me siento – aunque seguro que sabes que pienso que es un desperdicio de plástico -.

Pese a todo, entiendo que esto es lo correcto. Si te tuviese cerca no podría ir sacándote de mi cachito a cachito como procuro hacer, no conseguiría hacer nada mas que esperar tu respuesta o tu aparición. Saber que no vas a venir y que yo no voy a buscarte le quita peso a mis días, aunque a veces duela tanto como haberme despedido de mi yaya o de mi perro. Por supuesto, me encantaría que leyeras todo esto, pero no puedo enseñártelo y poner más piedras en tu camino mientras tú dejas el mío tan desierto como las calles de nuestro pueblo una noche de invierno. Siempre, algún día tonto de la semana, siento muchas ganas de salir a buscarte, pero ¿qué te diría? ¿qué te echo de menos? eso ya lo sabes ¿qué todavía no entiendo que ha sucedido? quizá no llegue a entenderlo nunca ¿qué soy un desastre desde que no estás? creo que llevo siéndolo desde que nací. De una manera u otra, comprendo que este abismo de silencio entre nosotros es el mejor de los aliados, y creo que es gracias a él que un día podremos volver a llamarnos amigos.

No sé qué haces tú, ni que piensas ni que sientes, aunque ahora sospecho que llevaba tiempo sin saberlo, pero espero que sigas disfrutando de esas motos tuyas. Ojalá esa pena se te haya ido de los ojos y que ahora mires a donde – o a quién – mires, lo hagas desde la claridad. Ojalá disfrutes de la velocidad, de la libertad sin dolor, sin culpa y sin velos oscuros.

10/3/2022

Mis ganas de verte se cruzan de bruces

con mis ganas de seguir estando entera.

Mientras, la idea del amor sigue teniendo tus ojos

Voy a lugares hermosos y aún pienso: “podría traerle”

Deja un comentario