Relato sin sentido de la mosca y yo bailando en la cocina

       Estaba bailando en la cocina con una mosca, porque tú no estabas, de estar tú hubiese bailado contigo, un rato después de cenar cuando todo el mundo se desvanece y me quedo sola recogiendo. Sonaba una canción que ya me suena nostálgica, que me acompañó durante una ruptura y en cierto modo es la banda sonora de alguna de las cicatrices perdidas que llevo dentro. Sin embargo, es cierto que todo parece lejano, es cierto que estos meses he vivido algunos de los que quizá sean los momentos más felices de mi vida, es cierto que bailo porque los pies se me mueven solos y siento que el movimiento me trepa hasta los brazos y no puedo hacer nada por dejar de moverme a ese compás glorioso que es ahora mi mente en paz.

       Puedes apostar a que ha sido una imagen ridícula porque yo parecía una loca y una mosca revoloteaba a mi alrededor, pero de alguna forma, he sentido un equilibrio cósmico entre las cosas que jamás han sucedido, las que sí, las que sucederán, y las que nunca lo harán. No tiene sentido alguno, pero éramos yo y esa mosca y el universo, hallando las respuestas exactas y precisas a las preguntas trascendentales que todas las almas se hacen en algún momento de su existencia. No me ha visto nadie, pero era yo más sabia que nunca en ese preciso instante, y si me hubiesen encontrado entonces hubiese salvado el mundo con unas pocas palabras certeras y bien dichas. Ha pasado el momento de lucidez con la velocidad con la que se desvanece la nieve al tocar el suelo cuando no hace demasiado frío, y en seguida he vuelto a ser tan solo una chica de 20 años con pocos problemas de verdad y muchos problemas de “mentira”, pero problemas, al fin y al cabo. La mosca, por supuesto, se ha ido y no he vuelto a saber nada más de ella.

   No sé si habrá algo de verdad en todo esto, pero sí estaba yo bailando un poco mientras escuchaba música, y había una mosca y la cocina estaba sin recoger. Pese a todo, creo que la mosca eras tú bailando conmigo cuando empiezo a bailar como siempre, aunque ni tú ni yo lo hagamos muy bien, del mismo modo que creo que yo era el aire que se movía en la sala en la que ahora mismo seguirás sentado.

También es verdad que era feliz porque últimamente soy feliz incluso cuando las cosas se tuercen.

Espero que la mosca también lo sea.

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